Lo bonito no es mirar el paisaje, es sentirlo en cada paso, vivir el sendero, el monte, y al caminar, escuchar tu propio latido. Es desafiar el cansancio, saber que aún puedes, que no te rindes fácil, y que cada piedra vencida es un triunfo. El dolor en los músculos es la paz, una tregua después de la batalla, y entre las agujetas, te preguntas: “¿Volveré… o no?”. Porque el verdadero reto no fue la montaña, fue salir de mi refugio, fue romper mis propios límites y dejarme abrazar por lo salvaje. Ana J.
Y que cada piedra vencida es un triunfo. Muy bien ANA excelente escrito